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Comunicado del Obispo de Lugo con motivo de la elección del nuevo Papa Benedictos XVI

La elección de un nuevo Papa es un momento estelar en la larga marcha de la historia de la Iglesia. Ayer, 19 de abril, la propia Iglesia, como comunidad de los seguidores de Jesucristo, por la misericordia del Padre y con la asistencia del Espíritu Santo, nos ha regalado un nuevo Papa: el Cardenal Joseph Ratzinger, nacido en 1927 en un pequeño pueblo de la Baviera, en Alemania. Durante muchos años ha sido colaborador de Juan Pablo II en la Congregación para la Doctrina de la Fe ejerciendo el difícil papel de ser “depositario de la fe de la Iglesia universal” en la Iglesia madre de Roma. Ahora, el nuevo Papa Benedicto XVI se nos presenta como el Viñador sencillo y humilde que quiere contribuir, en la Iglesia, a trabajar en la producción de frutos de calidad y de vinos de solera: “Queridos hermanos y hermanas, después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela que el Señor sepa trabajar con instrumentos insuficientes y me entrego a vuestras oraciones”.

He conocido y conozco personalmente a Benedicto XVI. Hoy poseemos una sensibilidad muy especial para algunos temas, marginados en otras épocas, que nos dificulta la objetividad o el juicio matizado y sereno, pero no nos exime de la urgencia de su estudio. La situación actual del mundo y de la Iglesia nos ofrece incentivos para planteamientos eclesiales apasionantes y cargados de grandes desafíos. Benedicto XVI es conocido y reconocido como un hombre de “espaldas vigorosas, corazón grande y mente muy lúcida”. Algunas valoraciones recientes, poco matizadas, no saben reconocer estos valores en el nuevo Papa. Pero, sin duda, es inteligente, muy acogedor, misericordioso, valeroso y gran devoto de la Virgen.

Por todo ello, invito a todos los fieles a dar gracias a Dios por el regalo de este nuevo Papa y a permanecer en oración constante pidiendo que Dios guíe sus pasos e ilumine su inteligencia para conducir a la Iglesia universal, Madre y Maestra, por los caminos de Dios para que el mundo progrese en paz, en armonía y en justicia solidaria en la búsqueda de la fraternidad universal y de la civilización del amor.
Fr. José Gómez González
Obispo de Lugo